La religión es un conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y de temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para rendirle "culto".
En las sociedades teocráticas primitivas y antiguas, las normas religiosas y las jurídicas aparecen confundidas como un todo inseparable; todo el Derecho tiene un carácter sagrado. Se considera que toda regla de conducta es impuesta por la divinidad y, por tanto, su violación constituye pecado y la pena tiene carácter expiatorio.
Esta situación persistió aún en sociedades avanzadas en las que el monarca primitivo no es legislador, sino jefe militar, religioso y juez supremo. El carácter sagrado del Derecho no permite diferenciar entre norma religiosa proveniente de la voluntad de Dios y norma jurídica dictada por el poder social.
En las sociedades teocráticas primitivas y antiguas, las normas religiosas y las jurídicas aparecen confundidas como un todo inseparable; todo el Derecho tiene un carácter sagrado. Se considera que toda regla de conducta es impuesta por la divinidad y, por tanto, su violación constituye pecado y la pena tiene carácter expiatorio.
Esta situación persistió aún en sociedades avanzadas en las que el monarca primitivo no es legislador, sino jefe militar, religioso y juez supremo. El carácter sagrado del Derecho no permite diferenciar entre norma religiosa proveniente de la voluntad de Dios y norma jurídica dictada por el poder social.
Los gobernantes de los antiguos imperios, haciéndose pasar como hijos o enviados de Dios, ofrecían las normas jurídicas como un don de la divinidad, porque únicamente así, por el temor de la comunidad a la divinidad, podían tener fuerza suficiente para imponer un nuevo orden de vida que derogue al anterior.
El derecho no está separado de la teología; las normas jurídicas se confunden con las religiosas, lo que estas imponen o prohíben, abarcan todos los aspectos de la conducta humana.
Cuando al Estado se le encomienda regular la conducta de los gobernados, las normas jurídicas se separan de las religiosas, éstas son dictadas por la divinidad, en tanto que los preceptos jurídicos emanan de la autoridad competente del Estado.
Es por ello que nuestra sociedad y nuestro derecho positivo vigente, tiene que aplicar cierta relación con la iglesia, respetando el estado laico, es decir que el Derecho pueda llegar a comprender todas las virtudes religiosas y sin que la religión se interese por todo lo jurídico.
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